El sol en la fruta

El sol en la fruta (Renacimiento 2011). Ioana Gruia. Premio de poesía Andalucía Joven 2011.
LOS LIMONES
l’odore dei limoni
EUGENIO MONTALE, “I LIMONI”
Ya no recuerda mucho aquel encuentro:
sólo el olor, el embriagante olor de los limones,
y el resplandor solar de sus cortezas.
El hombre dijo: nunca
te dejaré.
Y nunca volvió a verlo desde entonces.
Después ella se fue lejos del pueblo.
Ya no le queda mucho por vivir
y siente sólo rápidos destellos
de amor, amistad, odio o compasión
hacia personas que ahora son espectros.
Pero el olor, el embriagante olor de los limones
nunca la abandonó. Cierra los ojos
y encima de su rostro ve las frutas
y el resplandor solar de sus cortezas.
CONJURO CONTRA LA VEJEZ
Todo lo que no hiciste te obsesiona.
Mucho de lo que obraste te atormenta.
No te obsequia el olvido con su lenta
manera de borrar, no te ilusiona
saber que todavía te reserva
algo la incierta trama de los días:
asombros, cuerpos, sueños, rebeldías.
Pero no llegará jamás Minerva
a tu mente cansada si no puedes
en el remordimiento hallar la paz
y resistir a la sombra falaz
que con ficticio ayer teje sus redes.
Todo lo que no fue se irá perdiendo
y sólo importa ya seguir viviendo.
LA CANCIÓN DE NATASHA
Después de comer, a petición suya, Natasha fue al piano y empezó a cantar. El príncipe Andrey, en pie junto a la ventana, la escuchaba mientras hablaba con las damas. En medio de una frase calló sintiendo inesperadamente que unas lágrimas insospechadas le subían a la garganta.
LEÓN TOLSTOI, GUERRA Y PAZ
El príncipe Bolkonski está muriendo.
Nada recuerda y ahora en nada cree.
La guerra es sólo un ruido desde lejos.
La gloria, un algo incomprensible y hueco.
Mira sin verlo el rostro de Natasha.
Ya para todo es tarde,
y tarde la he amado,
piensa antes de pedir los sacramentos.
Pero oye de repente su canción,
que irrumpe de la niebla de los años
y de un lugar secreto de su cuerpo.
Relámpagos de vida desbocados
brillan al resplandor
de aquellas notas cálidas, punzantes.
Sabe que morirá cuando terminen.
LA EXTRAÑA
Llamo a la puerta de la extraña que se asoma, dentro de mí, a la
ventana de un pasadizo. Pero no me responde. Y me pregunto qué
estancias une el pasadizo. Y a qué puerta estoy llamando.